Las bacterias que te vieron nacer
- cientificaenbotas
- 20 oct 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 9 dic 2020
Hay unos organismos que han podido ver, en primera clase, cómo es un ovocito secundario saliendo de un ovario y deslizándose hacia las trompas de Falopio. Otros tantos que siguieron, como espectadores, su recorrido hasta el útero y otros muchos se agolpan en la salida al exterior de esta cavidad. También ocurre algo espléndido, los presentes en la matriz ocupan un asiento privilegiado, puesto que, con suerte, tendrán la oportunidad de ver durante 9 meses (y en primer plano) el milagro de la vida.
Como lo has leído. Resulta que las bacterias del tracto reproductor femenino han tenido, con mucha anterioridad, la fortuna de ver cómo se produce el desarrollo embrionario de un feto humano. Mientras, muchos padres tienen que conformarse con poder ver a su bebé a través de una de esas ecografías indescifrables… un poco injusto, pero qué le vamos a hacer (por lo menos las 3D son un poquito más visuales).
Si de momento esto no te parece asombroso, déjame decirte que hasta hace no tanto se creía que el útero, las trompas de Falopio y los ovarios eran ambientes estériles… ¿tú qué emoción crees que producía hablar de embriones y bacterias en la misma frase a unos padres?¿y a un sanitario? Probablemente muchos lo primero que pensaban era que existía una infección y la vida del feto, y tal vez la de la madre, estaban en peligro. Esta idea fue desafiada por primera vez con el advenimiento de HMP (Proyecto Microbioma Humano) y otros estudios.
¿Qué bacterias hay en el tracto reproductor femenino?
VAGINA Y CÉRVIX:
Seguramente ya sabías que en la vagina existen bacterias, especialmente del género Lactobacillus, que evitan la colonización de la zona por parte de patógenos. Las comunidades de microorganismos en esta región del cuerpo tienen una baja diversidad, son simples, pero mantienen la homeostasis (conservación de la estabilidad del medio interno) de la misma. Esto no significa que sean estáticas, de hecho, se mantienen en un equilibrio dinámico que se relaciona con cambios fisiológicos (hormonales) o actividades humanas (prácticas higiénicas, sexo, etc.).
Por la similitud de la composición microbiana del cérvix y la vagina, se habla de microbiota cervicovaginal. Según Chen et al., 2017, el phylum Firmicutes, al que pertenecen los Lactobacillus anteriores, serían los dominantes en la zona inferior del tracto reproductor.
ENDOMETRIO, TROMPAS DE FALOPIO Y OVARIOS
En la mucosa que recubre el útero, sin embargo, aparecen los primero cambios. Menos bacterias y, en este caso, se habría encontrado un predominio de los grupos Bacteroidetes, Proteobacteria y Actinobacteria a lo largo de la zona superior del ya mencionado tracto reproductor. Dicha variación se asocia a que el cérvix y el ambiente uterino actuarían como una barrera que separa la microbiota del útero de la presente en la vagina.
Como una imagen vale más que mil palabras aquí os muestro las variaciones en composición: zona superior con mucha más variedad, aunque con menor biomasa (en su sentido ecológico) de bacterias.
Fuente: Chen, C., Song, X., Wei, W., Zhong, H., Dai, J., Lan, Z., ... & Xie, H. (2017). The microbiota continuum along the female reproductive tract and its relation to uterine-related diseases. Nature communications, 8(1), 1-11.
¿Y QUÉ OCURRE EN EL EMBARAZO?
Como ya os habréis podido imaginar, tomar muestras de la zona vaginal no es equiparable a hacerlo de órganos internos, más aún si el objetivo es conseguir que no se contaminen precisamente con las comunidades microbianas de zonas aledañas. Para poder extraerlas del útero y peritoneo se requieren pequeñas cirugías (laparoscopias y laparotomías) poco invasivas que permitan el acceso a estas regiones.
Si esto tiene ya un cierto grado de complejidad, es comprensible que la evidencia sobre el papel de la microbiota durante el embarazo sea limitada, no obstante, se ha hipotetizado con respecto a su importancia y relación con el sistema inmunitario de la mujer embarazada. Es relevante señalar esto porque el trofoblasto que se implanta, para su posterior desarrollo, es parcialmente extraño al organismo de la madre (la mitad de los genes y, por ende, del organismo, viene del padre --> el cuerpo rechazaría lo extraño, por suerte esto no ocurre en el embarazo).
Entonces, ¿hay bacterias? En el epitelio del tejido mucoso del útero existirían bacterias comensales que contribuirían a limitar la colonización del mismo por otras perjudiciales que, además, podrían afectar al feto. ¡Y en la placenta se habrían identificado bacterias similares a los presentes en la boca!
¿Y TANTA BACTERIA PARA QUÉ?
Puede parecerte extraño, pero como ya he ido introduciendo a lo largo de esta entrada, la microbiota tiene un papel fundamental en el mantenimiento de la salud de nuestro organismo impidiendo el asentamiento de patógenos y colaborando con el sistema inmunitario. De hecho, hay múltiples desórdenes asociados con la disbiosis, que es una pérdida de ese equilibrio dinámico en el que la composición normal de la microbiota se ve afectada, aumentando la proporción de bacterias perjudiciales y, por tanto, con consecuencias negativas. Ejemplos de estos padecimientos son la vaginosis bacteriana, PID (enfermedad pélvica inflamatoria), abortos recurrentes, implantaciones fallidas recurrentes, disfunción placentarias, etc.
Además, precisamente la presencia de bacterias asociadas al útero tal vez también cumplan un papel en condiciones como la endometriosis, el histeriomioma o la adenomiosis; por eso es fundamental su estudio.
Las bacterias están con nosotros desde que somos sólo un ovocito, hasta el día de nuestra muerte. Compañeras de vida con las que convivir y de las que no dejar de aprender. ¡Quiere a tus bacterias, les debes la vida!
Referencias:
Al-Nasiry, S., Ambrosino, E., Schlaepfer, M., Morré, S. A., Wieten, L., Voncken, J. W., ... & Kramer, B. W. (2020). The Interplay Between Reproductive Tract Microbiota and Immunological System in Human Reproduction. Frontiers in Immunology, 11.
Chen, C., Song, X., Wei, W., Zhong, H., Dai, J., Lan, Z., ... & Xie, H. (2017). The microbiota continuum along the female reproductive tract and its relation to uterine-related diseases. Nature communications, 8(1), 1-11.
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